Saturday, September 25, 2010

Las batallas por el poder









Las batallas por el poder en el seno del Tribunal Supremo han hecho saltar por los aires la unidad de los magistrados en torno al caso Garzón. Un auto del Alto Tribunal hecho público ayer incluye, por primera vez, un voto discrepante que da la razón a la defensa de Baltasar Garzón. El autor es el magistrado Joaquín Giménez, quien con este tipo de iniciativas pretende trasladar las disputas internas de la Sala de lo Penal a las resoluciones judiciales.
Según explicaron fuentes próximas al Supremo, el voto particular de Giménez responde a su fallido intento de obtener la Presidencia de la Sala Segunda. El Consejo General del Poder Judicial reeligió el jueves, para un nuevo mandato de cinco años, a Juan Saavedra con el apoyo de 13 vocales, muchos del ala conservadora, por los 6 que obtuvo su rival, respaldado por los progresistas. Así, las citadas fuentes señalaron que la discrepancia jurídica de Giménez se debe, en realidad, a una “rabieta”, y que ya en julio había advertido a su entorno que se desmarcaría de sus colegas de Sala como forma de protesta, si no resultaba elegido.
En el auto dado a conocer ayer, el Supremo avala la polémica decisión de Luciano Varela, instructor de la querella contra el juez estrella por investigar los crímenes del franquismo, en la que otorgaba una segunda oportunidad a Manos Limpias y Falange para presentar su acusación. Varela permitió que subsanaran las deficiencias de su primer escrito, e incluso apuntó cuáles eran los errores que debían evitar.
Tras esta segunda oportunidad, el instructor excluyó del proceso a Falange, pero acabó admitiendo la acusación de Manos Limpias. La defensa de Garzón montó en cólera por la actitud de Varela, acusándole de “parcialidad” y de trabajar para la acusación. No obstante, el instructor, como ahora ha reiterado el Supremo, actuó con el objetivo de proteger el derecho fundamental de la tutela judicial. Y es que, según la ley del Poder Judicial, los tribunales “deberán resolver siempre sobre las pretensiones que se les formules, y sólo podrán desestimarlas por motivos formales cuando el defecto fuese insubsanable”.
La Sala de lo Penal rechaza el recurso de Garzón, que pretendía librarse del banquillo pidiendo la expulsión de Manos Limpias del proceso. Asimismo, el Supremo recuerda al juez de la Audiencia Nacional que los elementos que Varela permitió rectificar eran “sobrantes, perfectamente separables e identificados en su contenido”, por lo que no “acarrean ni pueden acarrear indefensión alguna”.
El fin de la unanimidad
Sin embargo, a diferencia del criterio mantenido hasta ahora, la decisión no ha sido tomada por unanimidad. Giménez ha emitido un voto particular en el que asegura que la acusación ha de ser “clara, concreta y comprensible”, y que esto debe ser “de exclusiva responsabilidad de quien sostenga la acusación, sin que deba haber interferencia o indicación alguna por parte del juez instructor tendente a facilitar el ejercicio” de la misma. Por tanto, concluye que Varela trastocó los derechos de Garzón con una iniciativa sin soporte legal.
Pero la contundencia con la que se expresa Giménez no ha tomado por sorpresa a sus colegas de la Sala de lo Penal, conscientes de su decepción por no haber podido desbancar a Saavedra. Por ello, no descartan que este magistrado continué expresando una voz discordante en casos importantes como el proceso a Garzón. La unanimidad se ha terminado

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