Tuesday, February 15, 2011

Carta abierta de una socialista al alcalde de Candeleda

Sr. D. Eugenio Miguel Hernández Excmo. Ayuntamiento de Candeleda (Avila)




Estimado Sr. Alcalde,



con tanta pena como asombro he conocido la noticia de su oposición a que en el monumento memorial impulsado por el Foro por la Memoria del Valle del Tietar y la Vera se incluya una bandera republicana.



Le confieso que en un primer momento, al leer la noticia, di por hecho que el Alcalde de Candeleda sería del PP. Mi asombro, y le repito, mi pena, fue comprobar que se trataba de un alcalde del PSOE.



No soy militante del PSOE, aunque lo fuí desde 1975 a 1995, pero eso no es lo importante. Por la República murieron fusilados miles y miles de ciudadanos decentes, que defendían la legalidad constitucional y las libertades, comunistas, socialistas... Por la República sufrieron cárceles y torturas cientos de miles de socialistas, otros fueron obligadamente al exilio. Socialistas, comunistas, anarquistas, otros simplemente republicanos, dieron su vida por lo que esa bandera representaba, por la libertad, la democracia y la justicia social. Mi padre, entre otros cientos de miles, fué militante de las JJSS y del PSOE, torturado y encarcelado por sus ideas. Fué siempre republicano y me enseñó a serlo. Mi madre, militante primero de las JSU y despues del PSOE, donde sigue militando hoy, con 93 años, fue igualmente encarcelada, como mis abuelos y toda mi familia. Eran socialistas y por tanto republicanos.



Hace poco mas de un mes, mi madre recibí un homenaje, de las JJSS en su Agrupación de Chamberí del PSOE, y ese homenaje era tanto por su militancia en el PSOE -mas de 72 años- como por su caracter ejemplar de mujer republicana. Allí estaba la bandera republicana -que hoy usted repudia en Candeleda- y sonó el himno de Riego. Durante el homenaje se proyectó el documental "Mujeres Republicanas" del excelente y sensible artista Javi Larrauri, con los testimonios de unas decenas de admirables mujeres republicanas -de las poquitas que quedan sobrevivientes- comunistas, socialistas, anarquistas... y entre ellas mi madre. Este documental, junto con la exposición Mujeres Republicanas, será el centro de un acto, el próximo mes de marzo, en el ayuntamiento socialista de Benalup (Cadiz) como puede ver en este enlace del PSOE de Benalup: http://psoebenalup.blogspot.com/201... , repitiendo los actos y exposiciones http://www.javilarrauri.com/republi... en los Ayuntamientos madrileños de Rivas Vaciamadrid y San Fernando de Henares, ambos con alcaldes de IU.



Espero, Sr. Alcalde, que recapacite y modifique su actitud que es una ofensa a la memoria de todas las personas de izquierda que dieron su vida y su libertad por la República. Es verdad que a mi me afecta mas personalmente y que he recibido esta noticia como un auténtico insulto a la memoria de mi padre que sí era y podía llamarse socialista, con todo derecho, lo que usted no puede hacer. Pero está ofendiendo usted a tantos comunistas, socialistas y en definitiva a tanta y tanta gente decente...a cambio de obtener el aplauso de los fascistas de Candeleda.



Le adjunto una foto de uno de los actos mencionados con mi madre en el centro -podrá ver la bandera repúblicana al fondo- y un número de El Socialista en el que, en la página 26 se hacía una reseña de la vida ejemplar de mi padre.



Atentamente,



Violeta Fernández

Salvemos al soldado Garzón


Isabel Coixet aparece en la gran pantalla del Kino International, el que fuera principal cine del Berlín socialista, para recibir una larga ovación del público. La proyección de su película acaba de terminar. "Asumo que todos los aplausos son para Baltasar", dice la directora catalana. Un par de horas más tarde, la prensa menos afín a su tendencia política no tardará en minimizar el entusiasmo de la sala, consciente de que podría ser interpretado como un apoyo al protagonista de su película. Coixet pasó ayer por la Berlinale para presentar fuera de competición Escuchando al juez Garzón, su documento más que documental sobre el magistrado. Una defensa en toda regla del personaje en estos tiempos de tormenta, que decidió rodar contra "esa capa de mentiras repetidas por la derecha". "En España necesitamos más gente como él. Nuestro país no puede permitirse perder a los mejores", explicó.




La película resume, en poco menos de 90 minutos, las más de seis horas que duró la conversación entre Garzón y el escritor Manuel Rivas, a quien Coixet escogió para interrogar al juez. ¿Por qué no lo hizo ella misma? "Porque Rivas es alguien muy tranquilo. Yo no lo soy. Pensé que no sería la persona más adecuada", explica.



"En España necesitamos más gente como él", dijo Isabel Coixet

La batalla por recordar

El escenario fue un piso madrileño diáfano, junto a un luminoso ventanal. Detrás de Garzón, un cuadro de Mondrian, tan cuadriculado como su discurso. El juez se expresa sobre sus inicios en el sistema judicial, sobre su lucha por la justicia universal y sobre su particular batalla por la memoria histórica, que recuerda le tocó capitanear "por sorteo" y no por voluntad propia.



Lo hace con una impresionante contención y con una precisión clínica en los datos, las fechas y el vocabulario. Hasta que, casi seis horas más tarde, revienta. No se desmorona, pero a este señor de aspecto tan respetable se le escapa un sonado "coño".



"No me van a derrotar [...] seguiré peleando", promete el magistrado

El momento llega después de verle analizar la obstinación de sus inquisidores en sus tres causas pendientes con la Justicia: la relacionada con las escuchas del caso Gürtel, las presuntas comisiones del Banco Santander a cambio de haber cerrado un caso que afectaba a su presidente y la que provocó su investigación sobre las víctimas del franquismo, supuestamente opuesta a la Ley de Amnistía de 1977.



"Quieren que me vaya de España o que desaparezca de la faz de la Tierra. Pero en España cabemos todos. Incluso los que no fueron demócratas", dice Garzón. "No me van a derrotar. Me pueden echar y será muy doloroso. Pero seguiré peleando", promete.



El retrato es muy favorecedor, puesto que ha sido ideado por una cineasta convencida de su inocencia, así como de la injusticia que el país está cometiendo con él. "Cuando alguien pone en riesgo su vida, creo que le debemos algo", aseguró Coixet, que no esconde una infinita empatía con su personaje, con quien comparte perfil de incomprendido. De profeta en muchos lugares, pero no necesariamente en su tierra.



La directora se define como "una escéptica de la política", aunque su película parezca todo un acto de militancia, a veces falto de matices. "Cualquier persona con sentido común está desencantada. Tenemos un Gobierno que hace cosas de derechas. Y entonces los que están a la derecha ya no sabes dónde ubicarlos. Ante esta situación, la mayoría de gente, excepto esos que votan a esos señores de los trajes de Levante, hemos decidido concentrarnos en nuestro trabajo y pasar de la política", respondió ayer a Público. No hizo falta preguntarle si volverá a filmar la campaña socialista en las próximas generales.



Isabel Coixet aparece ante la gran pantalla del Kino International, el que fuera principal cine del Berlín socialista, para recibir una larga ovación del público. La proyección de su película acaba de terminar. "Asumo que todos los aplausos son para Baltasar", dice la directora catalana. Un par de horas más tarde, la prensa menos afín a su tendencia política no tardará en minimizar el entusiasmo de la sala, consciente de que podría ser interpretado como un apoyo al protagonista de su película. Coixet pasó ayer por la Berlinale para presentar fuera de competición Escuchando al juez Garzón, su documento -más que documental- sobre el polémico magistrado. Una defensa en toda regla del personaje en estos tiempos de tormenta, que decidió rodar contra "esa capa de mentiras repetidas por la derecha" durante los últimos meses. "En España necesitamos más gente como él. Nuestro país no puede permitirse perder a los mejores", explica ante su auditorio.



La película resume, en poco menos de noventa minutos, las más de seis horas que duró la conversación entre Garzón y el escritor Manuel Rivas, a quien Coixet escogió para interrogar al juez. ¿Por qué no lo hizo ella misma? "Porque Rivas es alguien muy tranquilo. Yo no lo soy. Pensé que no sería la persona más adecuada", explica. El escenario fue un piso madrileño diáfano, junto a un luminoso ventanal. Detrás de Garzón, un cuadro de Mondrian, tan cuadriculado como su discurso. El juez se expresa sobre sus inicios en el sistema judicial, sobre su lucha por la justicia universal -que le impulsó a perseguir la detención de Augusto Pinochet- y sobre su particular batalla por la memoria histórica, que recuerda que le tocó capitanear "por sorteo" y no por voluntad propia.



Lo hace con una impresionante contención y con una precisión clínica en los datos, las fechas y el vocabulario. Hasta que, casi seis horas más tarde, revienta. No se desmorona, pero a este señor de aspecto tan respetable se le escapa un sonado "coño". El momento llega después de verle analizar la obstinación de sus inquisidores en sus tres causas pendientes con la justicia: la relacionada con las escuchas del caso Gürtel, las presuntas comisiones del Banco Santander a cambio de haber cerrado un caso que afectaba a su presidente -"la más desquiciante de todas", dice en el documental- y la que provocó su investigación sobre las víctimas del franquismo, supuestamente opuesta a la Ley de Amnistía de 1977. "Quieren que me vaya de España o que desaparezca de la faz de la Tierra. Pero en España cabemos todos. Incluso los que en un momento determinado no fueron demócratas", dice Garzón. "No me van a derrotar. Me pueden echar y será muy doloroso. Pero seguiré peleando", promete.



El retrato es muy favorecedor, puesto que ha sido ideado por una cineasta convencida de su inocencia, así como de la injusticia que el país está cometiendo con él. "Cuando alguien pone en riesgo su vida, creo que le debemos algo", aseguró Coixet, que no esconde una infinita empatía con su personaje, con quien comparte perfil de incomprendido que ha debido buscar refugio en el extranjero. De profeta en muchos lugares, pero no necesariamente en su tierra.



La directora se define como "una escéptica de la política", aunque su película parezca todo un acto de militancia, a veces falto de matices. "Cualquier persona con sentido común está desencantada. Tenemos un gobierno que hace cosas de derechas. Y entonces los que están a la derecha ya no sabes dónde ubicarlos. Ante esta situación, la mayoría de gente, excepto esos que votan a esos señores de los trajes de Levante, hemos decidido concentrarnos en nuestro trabajo y pasar de la política", respondió ayer a Público. No hizo falta preguntarle si volverá a filmar la campaña socialista en las próximas generales.