Saturday, October 09, 2010

"Multaron a mi padre después de fusilarlo"

Un tribunal pasó a la viuda de Blas Infante una sanción heredada de 2.000 pesetas
Blas Infante, hoy oficialmente declarado por el Parlamento Padre de la Patria Andaluza, fue asesinado el 11 de agosto de 1936. Pero el régimen no se conformó. Uno de los rasgos de la represión económica es que no se extinguía con el exilio ni la muerte del procesado. El Tribunal de Responsabilidades Políticas dictó el 4 de mayo de 1940 una sentencia post mórtem que justificaba su fusilamiento por su actividad política andalucista. Y lo hacía, en el colmo de la aberración jurídica, apoyándose en una ley de 1939.
Infante murió en 1936 y la sentencia con la multa llegó en 1940
A su viuda, Angustias García, se le impuso una multa heredada de 2.000 pesetas. María de los Ángeles Infante tenía 6 años cuando se llevaron de su casa de Coria del Río (Sevilla) a su padre para matarlo. Y tres más cuando llegó la sanción. "¿Qué iba a hacer mi madre, la pobre? La pagó, claro", cuenta. En contra de lo que piden miembros de su familia y partidos andalucistas y de izquierdas, no quiere que la sentencia se anule. "Que se quede ahí. Que se vean las monstruosidades de las que eran capaces. Multar a un hombre después de fusilarlo".
La represión económica se cebó con personalidades políticas, con más saña cuanto más destacado fue su papel en la República. Largo Caballero, Casares Quiroga y Martínez Barrio, entre otros, fueron condenados a la pérdida total de los bienes. Otros, como Manuel Azaña, a multas estratosféricas de 100 millones de pesetas. La misma sanción que se le impuso a Juan Negrín, cuya familia emprendió hace años una lucha pionera por recuperar los bienes robados. Otras familias castigadas con el expolio, como la de Niceto Alcalá Zamora, han tenido la generosidad de ceder a las instituciones democráticas posesiones legítimas de las que fueron desposeídas por el régimen. Es el caso de la casa natal en Priego de Córdoba del que fuera presidente de la República, hoy sede de una fundación y un museo en su memoria.

Alcaldes republicanos

"¿Qué iba a hacer mi madre, la pobre? Pues pagar", cuenta María de los Ángeles
Especialmente cruel fue la persecución a los alcaldes. En el caso de José Ortiz, carpintero y regidor de Benacazón (Sevilla), los jefes locales de la Iglesia, la Guardia Civil y la Falange no tuvieron que molestarse en informar sobre la conducta del acusado, ya que había sido fusilado por bando de guerra en agosto de 1936. Así que, tal y como atestigua su expediente, se limitaron al frío conteo de sus bienes: "Dos mulas, una yegua, una cerda y cinco lechones. 400 arrobas de paja. Un carro de dos ruedas, un arado, un yugo y un trillo. Una suerte de viña".
Su viuda, Isabel Machuca, suplicó en un pliego de descargo la devolución de los bienes al tener varios hijos sin jornal y al mayor en el ejército. El tribunal dictó finalmente el sobreseimiento de la causa en 1945, pero sólo le devolvió los aperos. El resto ya había sido vendido en una subasta.

La rapiña franquista

La rapiña franquista queda al descubierto tras 70 años

La represión económica afectó a unas 200.000 familias derrotadas. Varios estudios arrojan luz sobre la dimensión del expolio. El Estado impide la reparación del daño

ÁNGEL MUNÁRRIZ SEVILLA 10/10/2010 00:00
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Mendigos en las calles de Madrid en plena dictadura franquista, el 15 de diciembre de 1945. - EFE / VIDAL

Mendigos en las calles de Madrid en plena dictadura franquista, el 15 de diciembre de 1945. - EFE / VIDAL

Rafael F. Vázquez, párroco de la antigua población de Guájar, en Granada, traza un semblante crudo de la acusada. "Profesa ideas avanzadas", afirma. La suerte de Dolores Mancilla, de profesión sus labores, ya está echada. Pero la apuntala el guardia civil Miguel Aguilera: "Pésima conducta. Votó siempre que fue necesario al Frente Popular". El Tribunal de Responsabilidades Políticas no necesita más para decretar la incautación de sus bienes: tres camas, casa y plantación de almendros. La multa es de 500 pesetas.
Un grupo de 32 investigadores de ocho universidades ha rescatado de los comités de incautación y los tribunales de responsabilidades políticas de Andalucía más de 53.000 expedientes personales como el anterior, acreditativos de la justicia militar totalitaria que el franquismo arbitró hasta el fin de la primera posguerra con curas, falangistas, guardias civiles y alcaldes como delatores. La iniciativa, financiada por la Junta, supone la primera investigación que pone negro sobre blanco la dimensión en una región española del expolio económico, aún hoy el más desconocido de los pilares sobre los que se asentó la represión franquista.
Andalucía ultima el primer informe autonómico completo
"Es el gran tema tabú. Sólo se ha hablado en voz baja", explica Cecilio Gordillo, activista destacado del memorialismo andaluz. Tampoco lo tocó la Ley de Memoria Histórica. Llegada la democracia, los principales partidos y sindicatos sí pactaron la devolución de sus bienes. Pero los particulares pagaron otro de los peajes de olvido de la Transición.
Paqui sabe en qué consiste ese pacto. Fruto de una reclamación ante el Estado, posee un papel remitido por Hacienda que deja bien claro que España no contempla la devolución de bienes incautados a particulares. Pero también tiene otro papel, del Registro de la Propiedad, que demuestra que la casa que tenía en un pueblo de Sevilla su bisabuelo Juan era eso, su casa, o al menos lo fue hasta que le fue incautada tras su asesinato en 1936. "Un hijo suyo aún me pregunta qué pasa con la casa y no sé qué decirle", cuenta Paqui. La mayoría de los que están en su misma situación ni se plantearon intentar recuperar los bienes. En realidad muchos ni siquiera saben que sus familias fueron expoliadas.
Sí hay en marcha una ambiciosa iniciativa colectiva, aunque sin éxito hasta la fecha: la Asociación de Perjudicados por la Incautación Franquista, que desde Catalunya ha reu-nido a 2.000 afectados, todos ellos con recibos de multas pagadas. "Hemos dialogado con los partidos, pero sin conseguir compromisos formales. Vamos a seguir hasta el final. Si hace falta, a los tribunales, en España y en Europa", cuenta María Casals, portavoz. La asociación no se encarga de bienes, sólo de multas. María ignora cuál es el importe total de las sanciones, pero sí adelanta que pedirán al Estado cinco euros por cada peseta de la época en que se abonaron.

Las cifras de la humillación

Al margen de las dificultades para la reparación de las víctimas, les queda el consuelo parcial de que el manto de silencio está empezando a descorrerse con algunos datos. En octubre de 1941, los tribunales habían incoado casi 125.000 expedientes de incautación y quedaban unas 100.000 denuncias pendientes, según los datos recopilados por Manuel Álvaro en el libro colectivo La gran represión (2009), coordinado por Mirta Núñez, profesora de la Complutense.
Más de 200.000 familias sufrieron en España la investigación, retención o expolio de sus bienes, según los cálculos más fiables. Y eso en un país que en 1940 rondaba los 26 millones de habitantes. Fernando Martínez, coordinador del proyecto andaluz, cifra en "cerca de 60.000" las personas familias, en realidad afectadas entre 1936 y 1945.
2.000 afectados se han organizado para pedir el importe que pagaron en multas
La historiadora Ángela Cenarro, que coordina en Aragón un proyecto similar al andaluz, cifra en unos 13.000 los expedientes abiertos en la región. En Galicia el ambicioso proyecto Nomes e voces también ha abarcado la investigación de la represión económica entre 1936 y 1939. A falta de datos globales, su coordinador, Lourenzo Fernández, destaca la "clara voluntad" del régimen de cebarse con los derrotados, así como otras formas de expolio, como la expropiación de montes comunales.
La rapiña de los sublevados comienza de forma espontánea el mismo 18 de julio del 36 y con el tiempo se va amparando en bandos, decretos y, finalmente, en la Ley de Responsabilidades Políticas de 1939. La maquinaria funcionó a tal ritmo que en 1941 el Tribunal Nacional de Responsabilidades Políticas advirtió de la incapacidad del Estado para contar o gestionar los bienes.
Por ello en 1942 se suavizó la ley, multiplicando los sobreseimientos. En 1945, con el franquismo intentando dulcificar su imagen, cesaron los expedientes, aunque hubo familias que pagaron plazos hasta finales de los 60. Aparte del expolio, el régimen se había hecho con un detallado fichero de rojos y había extendido por toda España una cultura indeleble de miedo y delación.
"Ha sido el gran tema tabú. Sólo se ha hablado en voz baja"
El volumen de bienes incautados y dinero recaudado por multas es difícil de precisar, más cuando hasta el régimen se confesaba incapaz de hacerlo. Pero varios datos dan una idea. En Toledo fue incautada más de la mitad de la propiedad rústica. El total de multas impuestas en Andalucía rondó los cien millones de pesetas de la época, cuando un bancal de tierra para alimentar a una familia podía costar cien pesetas y una casa obrera en un pueblo andaluz, entre 300 y 500.
No todas las multas se pagaban. En Madrid, Álvaro cifra las impuestas en 660 millones, aunque la mayoría fueron sanciones absurdamente altas, más ejemplares que prácticas, a prohombres de la República. "Las que sí se pagaban, y eran demoledoras para las clases medias y bajas, eran las de cientos o miles de pesetas. Y todo el proceso en sí, que suponía la inmovilización de los bienes, era un castigo", cuenta Martínez. Su intención, cuando acabe el estudio, es colgarla en la Red. Que se vea todo: víctimas, delatores, sentencias. Será una pequeña parte comparada con lo mucho que sigue oculto 70 años después. 

Emilio Silva: "Esa puerta nadie se atreve a abrirla"

Emilio Silva, presidente de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica, lamenta que el Estado no haya dado nunca “ninguna facilidad” para el resarcimiento. “A los partidos y los sindicatos sí. Al ciudadano, nada”, denuncia. “Esa puerta nadie se ha atrevido a abrirla. ¿Por qué siempre ese rechazo a invalidar las sentencias de responsabilidades políticas? Porque habría que anular también las multas que ordenaban”, afirma. Silva lamenta la “hipocresía” que supone que “los mismos que argumentan que eso generaría el caos son los que defienden con uñas y dientes la inviolabilidad de la propiedad privada”.

DÍA MUNDIAL CONTRA LA PENA DE MUERTE

DÍA MUNDIAL CONTRA LA PENA DE MUERTE











Portada de un diario el 27 de septiembre de 1975.

España, el único país de Europa con más sentencias de muerte sin anular

Última actualización 09/10/2010@15:58:11 GMT+1
Un total de 190.000, según reconoció el propio régimen franquista en 1950. En el Día Mundial Contra la Pena de Muerte, el colectivo memorialista recuerda todos aquellos “asesinatos judiciales” perpetrados por la Dictadura para exigir no sólo su anulación sino también el enjuiciamiento de las autoridades responsables de aquellos crímenes.
NUEVATRIBUNA.ES 09.10.2010

Este domingo, 10 de octubre, se celebra el Día Mundial Contra la Pena de Muerte, una práctica que sigue vigente en muchos países y que en España fue definitivamente abolida de la legislación militar por Ley Orgánica en 1995. El colectivo memorialista contempla esta fecha con la vista puesta en todas aquellas personas asesinadas por el régimen franquista cuyos familiares siguen pidiendo justicia para resarcir esos crímenes.

Desde la red social facebook, el profesor de Derecho Penal Internacional, Miguel Ángel Rodríguez Arias, reclama que se procese a los jueces y autoridades franquistas y los piquetes de ejecución, responsables de las 190.000 penas de muertes reconocidas por el régimen en 1950. Sentencias que no han sido anuladas por la Ley de Memoria Histórica aprobada en 2007 que a lo sumo las tacha de “ilegítimas”.

Rodríguez Arias viene sosteniendo desde hace tiempo en estas mismas páginas que las llamadas “sentencias” dictadas por los tribunales franquistas son “crímenes de guerra” según el artículo 8 del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional que define expresamente como “crimen de guerra” (y por tanto imprescriptible e inamnistiable) “las condenas dictadas y las ejecuciones sin previo juicio ante un tribunal regularmente constituido, con todas las garantías judiciales generalmente reconocidas como indispensables”.

Pero Rodríguez Arias va mucho más allá al calificar dichas “sentencias” como “asesinatos judiciales”. Así lo expone en un artículo publicado en nuevatribuna.es bajo el título No tan sólo hay que anular las sentencias de Franco con motivo, el pasado 27 de septiembre, del 35º aniversario de las últimas ejecuciones habidas en España. En él expone como obligación ineludible del Estado con las víctimas de la Dictadura el procesamiento de los jueces franquistas –también los que pasaron por el Tribunal de Orden Público (TOP)-, de los miembros de los denominados “consejos de guerra”, de las autoridades responsables de los fusilamientos; y de los tiradores de los piquetes de ejecución de igual forma que fueron juzgados y condenados tras la caída del muro de Berlín, en 1989, los tiradores cuyas órdenes eran disparar a matar a todos los que intentasen huir de la antigua RDA; o los procesos de Nuremberg contra los jueces nazis.

Para buena parte del colectivo memorialista, la ley impulsada por el Gobierno Zapatero no ha hecho más que acrecentar la impunidad de aquellos crímenes: 190.000 ejecuciones sumarísimas, 150.000 desaparecidos, dos mil fosas comunes, 30.000 niños robados. El Estado sigue sin resarcir a las víctimas y desde distintas instancias se pone freno a intentos como el del juez Baltasar Garzón de abrir una investigación penal de aquellos sucesos. Algunos familiares han empezado a actuar por su cuenta. El pasado mes de junio, varios colectivos pusieron una demanda en Estrasburgo ante la negativa de las instituciones españolas a investigar los crímenes de la Guerra Civil y la dictadura, solicitando una “tramitación de urgencia” dada la avanzada edad de las personas afectadas (familiares de las víctimas) y “un evidente riesgo de daño irreparable (su muerte inminente)”. La demanda añadía asimismo la petición de que se suspendiese la causa contra Garzón mientras se resolviese la demanda interpuesta.

También este año, el pasado 7 de mayo, Silvia Carretero, viuda de Luis Sánchez Bravo, condenado a muerte por el último Consejo de Guerra de la dictadura y fusilado junto a otros cuatro procesados el 27 de septiembre de 1975, presentó una demanda en Buenos Aires (Argentina) para pedir responsabilidades. Ella misma sufrió torturas, con 21 años y estando embarazada, después de ser detenida por la Guardia Civil en Badajoz. “Siempre he querido que se anulasen esos juicios que habían sido ilegales y que no tuvieron las mínimas garantías de defensa ni de respeto a los derechos humanos”, denunció Carretero en cuya demanda también incluye a los responsables de sus torturas.

En un día como este 10 de octubre resulta oportuno recordar que todas esas personas asesinadas bajo la “legalidad” del régimen franquista lucharon por defender la República, una república que en 1932 abolía la pena de muerte pero que después fue incorporada por Franco en 1938. En el día internacional contra la pena de muerte sería deseable no silenciar que las heridas siguen abiertas en la sociedad española, primero por la no anulación de unos crímenes reconocidos todavía como “sentencias” y la imposibilidad de que los responsables aún vivos respondan ante la Justicia.

http://www.nuevatribuna.es/

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