Ayer me comentaban como se reía Petra cuando me condenaron por ejercer la libertad de expresión. (Como si fuera yo el primero) Yo sigo escribiendo, y ella, Petra, es hoy “un cadáver político de cuerpo presente”.
Ella "dominadora de la gestión, genio del buen hacer ariete y lustrosa", será recordada como una empresaria al uso, pero también triste porque "fue una alcaldesa contraríada".
Todos los pasos posibles están escondidos en los rincones de sus recuerdos; detrás de todos ellos se esconde la mujer, "cómplice de su propia avaricia", con una larga aventura a su paso por el Ayuntamiento que compartió con los que comían de sus favores.
Fue una “devastadora de nuestro ser” como ciudadanos cuchareros y ahora no es aceptada ni por esos estómagos agradecidos durante su mandato.
Quizá no ha sido ni despedida porque ella se creía su propio santuario, que no necesitaba entrar en el. Avasallaba con el lenguaje más barriobajero del acervo cacharrero, hasta la más sublime adulación a los eruditos del Pueblo. Estos personajes nunca crean escuela, y ¡suprimido quedará el que intente imitar su talante!
No podemos negarla los halagos que la dedicaron esos serviles a los que sobresalen de alguna manera como ella: con el dolor más extremo que nos infligió a unos y la alegría de lo cotidiano de otros bisoños de nuestra (Realidad)
Ante ese pueblo que ella instrumentaba queda ahora el vacío social y político que nos dejó, del que no le veo salida posible, como a la misma crisis de España.
Ella y su mentor jurídico Lucas Yuste, no fueron capaces de obligarme a dejar de escribir, y por eso sigo escribiendo. Lo cual (para mí) no es ninguna tontería.
Ya sé que era muy fácil zurrar la badana a Petra, que nada aguantaba y que en su salario iba eso, soportar, entender y asumir todo tipo de crítica, por muy desabrida que fuera. Y lo que vamos sabiendo, cada vez la deja peor, porque es evidente que con ella funcionaba el doble rasero.
Pero esto que vale para Ella, vale para nosotros, empezando por mí, porque no siempre puedo decir lo que sé, no siempre tengo el valor de contar lo que estoy pensando, y no siempre hago lo que creo. Qué le voy a hacer, es la condición humana la que explica tanta contradicción en mí, y en todos.
Mantener siempre una idea coherente, razonable y valiente es muy difícil. Pero si en algunos casos esa incoherencia se puede explicar -que no justificar- en la política no. Ella que estuvo en esa actividad de toma de decisiones, pasó por las urnas, y la dieron su desaprobado. Y decía Wikileaks: no merecen estar ahí, y menos aún merecen nuestra confianza ni consideración. Mucha gente tuvo en Ella la fe que ponen en su religión.
Así que, de gentes políticas como Petra no se agota la fuente para escribir de ellos.
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